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En otro de nuestros libros [Jesucristo, vida del alma, conferencia acerca de la oración] dejamos dicho cómo la contemplación de la santa humanidad de Cristo es fuente de oración aun para los perfectos; y corroboramos allí nuestra tesis con un texto explícito de santa Teresa. Añadiremos a aquella cita el pasaje siguiente. Después de haber enseñado en el Castillo interior que se debe admitir como algo fuera de duda que el alma elevada a la contemplación perfecta no puede meditar por discurso interior, añade, sin embargo, la Santa: «No tendrá esta alma razón si dice que no se detiene en estos misterios (de la vida y pasión de Cristo), y los trae presentes muchas veces, en especial cuando los celebra la Iglesia católica. Ni es posible que pierda memoria el alma que ha recibido tanto de Dios, de muestras de amor tan preciosas, porque son vivas centellas para encenderla más en el que tiene a nuestro Señor… Y entiende el alma estos misterios por manera más perfecta». (Castillo interior, 6 Moradas, cap. VII, 11.)
La doctrina de san Juan de la Cruz, según la expone en la Subida del monte Carmelo, lib. II, parte 3ª, cap. XX, puede resumirse en las siguientes frases: «Si quieres que te declare yo algunas cosas ocultas o casos, pon sólo los ojos en ni y hallarás ocultísimos misterios y sabiduría y maravillas de Dios, que están encerradas en Él, según mi Apóstol dice: «En Él están escondidos todos los tesoros de sabiduría y ciencia de Dios» (Col 2,3). Los cuales tesoros de sabiduría serán para ti muy más altos y sabrosos y provechosos que las cosas que tú querías saber. Que por esto se gloriaba el mismo Apóstol diciendo: Que no había él dado a entender que sabía otra cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado» (Subida del monte Carmelo, lib. II, parte 1ª, cap. XXII).