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Evaluación de los métodos anticonceptivos
No describiré aquí los métodos anticonceptivos -preservativos, dispositivos intrauterinos, píldoras, interrupción del coito, etc.-. Todos ellos son malos para el cuerpo y peores para el alma, y son contrarios a la dignidad de la persona humana y a la condición sagrada de la unión conyugal. Por otra parte, el envilecimiento de la vida sexual que causan perjudica también gravemente el ambiente del hogar y la educación de los hijos.
Me limitaré aquí a señalar algunos efectos somáticos nocivos producidos por la anticoncepción. Y lo haré resumiendo una Comunicación de la Santa Sede a la Conferencia del Consejo de las Organizaciones Internacionales de las Ciencias Médicas, celebrada en Bangkok, 1988 («Palabra» 1989, nº 284).
-Efectos abortivos. Es evidente que los esposos tienen derecho a ser informados de los efectos abortivos que pueden tener ciertos anticonceptivos; pero esta información suele ser sistemáticamente omitida por los laboratorios e instituciones que promueven la planificación familiar. Concretamente, «se puede demostrar que ciertos DIUS [dispositivos intrauterinos], píldoras o "vacunas" empleadas por la mujer, probablemente pueden ocasionar de hecho un aborto a corto término. El RU-486 es abortivo. La vacuna antifertilidad WHO se ha identificado como abortivo. El anillo de goma impregnado de levonorgestrel también. El DIU, en sus variadas formas, ha ocasionado discusiones... Los medios [anticonceptivos] intrauterinos, de por sí, impiden la implantación y provocan abortos espontáneos a gran escala, que pueden darse mientras el DIU está todavía en el útero. Por otra parte, ciertas informaciones de laboratorio son excesivamente oscuras, como cuando de la píldora Trifasil se dice que "incluye la formación de un endometrio menos receptivo a la implantación". Esta descripción técnica no dice a la mujer menos preparada que esta píldora es abortiva... Los proveedores y difusores de abortivos deberían etiquetar sus productos con honradez».
-Efectos secundarios nocivos. Del mismo modo ha de afirmarse el derecho a la información «sobre posibles efectos perjudiciales secundarios de un producto o medio anticonceptivo a las mujeres y los hombres que los vayan a usar». Por ejemplo: «Los problemas sobre el uso del DIU deben ser afrontados con honradez. Problema menor sería la inflamación de la pelvis. Más seria es la noticia de que el 49% de mujeres que usan DIUS padecen salpingitis (inflamación de los conductos de Falopio), mientras sólo el 1% de las que no los usan sufren este problema... Sin embargo, esta información no ha detenido a la Federación Internacional de Planificación Familiar en su promoción mundial del uso de los DIUS. El Depo-Provera es un anticonceptivo inyectable que no puede usarse entre las mujeres de Estados Unidos, pero que sigue usándose en el Tercer Mundo. ¿Por qué?»...
-Efectos esterilizadores. «La Iglesia Católica se opone a la esterilización directa de hombre y de mujeres, y también a todo intento de imponer la esterilización a la gente. Los que estén en desacuerdo con la Iglesia en esta cuestión estarán de acuerdo al menos en el terreno común de los derechos humanos, según los cuales a) los esposos tienen derecho a su fertilidad y a decidir sobre sus hijos, y b) todas las personas tienen derecho a una cuidada información sobre su salud; y por tanto sería una ofensa contra la justicia común ofrecer a las personas esterilización anticonceptiva temporal cuando existe cierta posibilidad de que estas formas de anticoncepción los hagan permanentemente estériles. Una cosa es controlar la fertilidad, y otra suprimirla». Es sabido que tratamientos anticonceptivos prolongados pueden producir atrofia de los ovarios y del endometrio.
Evaluación de la regulación natural de la fertilidad
La evaluación estrictamente técnica de la regulación natural de la fertilidad viene sintetizada por la citada Comunicación de la Santa Sede en estos puntos:
1.- «La planificación familiar natural es científicamente válida. Los tres métodos naturales principales son el de la ovulación (Billings), el sintotermal, y el de la lactancia. Dichos métodos pueden ser tan eficaces como la píldora con referencia a la planificación familiar».
2.- «Los métodos naturales están exentos de todo efecto abortivo. Por tanto, son éticamente aceptables en todos los contextos culturales, étnicos y religiosos».
3.- «No acarrean efectos colaterales nocivos. Esto es, respetan la salud de la mujer y del hombre».
4.- «Pueden usarse para retrasar o conseguir embarazos. Como los dos métodos principales son capaces de indicar la ovulación en el ciclo de la mujer, pueden adoptarse en la planificación familiar tanto para posponer o distanciar los embarazos, como para conseguirlos, especialmente en el caso de fertilidad limitada».
5.- «Reducen la mortalidad infantil, al espaciar los nacimientos sin efectos colaterales en la madre ni en el niño. El espaciar naturalmente los hijos permite un mejor desarrollo del embrión y mejoras subsiguientes en la salud postnatal. Los métodos naturales tienen la ventaja de que carecen de los efectos colaterales dañosos de los productos y medios anticonceptivos».
6.- «Devuelven la dignidad a las mujeres. La planificación natural se centra en la mujer. Marido y mujer, ambos, deben aceptar el ciclo de fertilidad. La mujer no queda reducida a mero objeto estéril, que se puede usar a placer».
7.- «Fortifican el matrimonio, y en consecuencia la vida familiar. Esta dimensión personalista de la planificación familiar natural está siendo reconocida como el mayor beneficio personal y social de estos métodos. Marido y mujer compartes las decisiones por igual sobre la procreación, a través del diálogo y gracias a una sensibilidad amorosa recíproca, en cuanto dadores de vida».
8.- «Pueden enseñarse a cualquiera y su utilización es fácil. Como los síntomas básicos se hallan en el cuerpo de la mujer y se observan con facilidad, incluso personas sin letras o ciegas pueden aprender los métodos. Las mujeres pueden enseñar el método a otras mujeres. Como estos métodos se difunden rápidamente, se están incrementando nuevas maneras de enseñarlos en el contexto del Tercer Mundo».
9.- «No suponen gran peso económico para los usuarios. Por otra parte, no hay grandes industrias detrás de los métodos naturales». Y aún pueden añadirse estas otras ventajas:
10.- No exigen en la mujer ciclos regulares para poder ser aplicados con seguridad, como antes lo exigía el método Ogino-Knaus.
11.- Dan a la mujer un autoconocimiento muy valioso cuando surgen problemas ginecológicos normales o anormales. Puede ella presentarse ante el médico con una serie de datos muy útiles.
Conclusiones
En fin, la citada Comunicación de la Santa Sede concluye así:
«La Iglesia pide que se rechace el imperialismo anticonceptivo y sus ingenuas suposiciones, es decir: que un anticonceptivo técnicamente eficaz [necesariamente] ha de ser eficaz social y personalmente; y que el descenso de población [necesariamente] produce mejora en la economía».
«La Iglesia reclama respeto a las culturas tradicionales, donde las mujeres no quieren abortivos, donde los hombres no quieren que sus hijos potenciales sean abortados, donde se considera a la esterilización como una afrenta a la dignidad e integridad humanas, porque se la ve como la destructora del fruto sagrado de la mujer y el hombre».
«La Iglesia reclama que se reconozca que los métodos naturales son el único modo verdaderamente ético y personalista de planificación familiar».
La Iglesia recomienda la enseñanza de los métodos naturales
En la encíclica Evangelium vitæ (1995), Juan Pablo II afirma que «los Centros de métodos naturales de regulación de la fertilidad han de ser promovidos como una valiosa ayuda para la paternidad y maternidad responsables» (88). Estos métodos «han sido precisados cada vez mejor desde el punto de vista científico, y ofrecen posibilidades concretas para adoptar decisiones en armonía con los valores morales. Una consideración honesta de los resultados alcanzados debería eliminar prejuicios todavía muy difundidos y convencer a los esposos, y también a los agentes sanitarios y sociales, de la importancia de una adecuada formación al respecto. La Iglesia está agradecida a quienes, con sacrificio personal y dedicación con frecuencia ignorada, trabajan en la investigación y difusión de estos métodos, promoviendo al mismo tiempo una educación en los valores morales que su uso supone» (97).
Esta recomendación reafirma, con la especial fuerza doctrinal de una encíclica, lo que ya en 1965 aconsejó la Iglesia claramente en el concilio Vaticano II (GS 87c) y más tarde en otros documentos, que más atrás cito (+III parte, cp. 4). De éstos recuerdo aquí sólamente el Congreso sobre «Los Métodos Naturales de la Regulación de la Fertilidad», que en diciembre de 1992 reunió en Roma a especialistas de cuarenta y cinco países, bajo la iniciativa del Pontificio Consejo para la Familia, y que fue iniciado por un discurso del papa Juan Pablo II.
Los métodos naturales acabarán imponiéndose
En efecto, la regulación natural de la fertilidad acabará imponiéndose, incluso en los medios no cristianos, por su absoluta superioridad sobre los métodos anticonceptivos, que causan daños evidentes en la unidad conyugal y en la salud espiritual, psíquica y somática.
Cuando la poligamia reinaba en el mundo como algo socialmente evidente y conforme a la naturaleza, Cristo acabó con ella, y -al menos como modelo- impuso en el mundo civilizado el matrimonio monogámico, aunque persistan, sin duda, vergonzantemente, adulterios, divorcios y poligamias encubiertas o sucesivas. Algo semejante sucederá con los métodos artificiales anticonceptivos, contrarios a la naturaleza, nocivos e indignos de la persona humana. Dentro de no mucho tiempo, la anticoncepción química o mecánica -aunque mantenga una cierta perduración vergonzante- habrá de retroceder ante la verdad, la dignidad y la sanidad de los métodos naturales de regular la fertilidad conyugal, cada vez más seguros y generalizados. Una vez más la naturaleza humana habrá sido salvada por la gracia de Cristo Salvador, con el concurso de la Iglesia Católica.