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El género literario «Evangelio»

1.- Cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura

La Constitución Dei Verbum del concilio Vaticano II enseña que para interpretar adecuadamente la Sagrada Escritura es muy importante determinar el género literario. Por eso se ha de tener muy en cuenta cuál es el género literario de los Evangelios. Y esto advertirlo para evaluar la evidencia evangélica sobre María. Dice la constitución del concilio Vaticano II Dei Verbum (DV):

«Habiendo hablado Dios en la Sagrada Escritura por medio de hombres y a la manera humana, para que el intérprete de la Sagrada Escritura comprenda lo que Él quiso comunicarnos, debe investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los hagiógrafos [escritores inspirados por Dios] y qué quiso Dios manifestar con las palabras de ellos» (12).

El Principio o Ley del Texto

«Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios.

«Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios. El intérprete indagará lo que el autor sagrado intenta decir y dice, según su tiempo y su cultura, por medio de los géneros literarios propios de su época. Para comprender exactamente lo que el autor quiere afirmar en sus escritos, hay que tener muy en cuenta los modos de pensar, de expresarse, de narrar que se usaban en tiempo del escritor, y también las expresiones que entonces se solían emplear más en la conversación ordinaria».

Principio o Ley del Contexto

«Y como la Sagrada Escritura hay que leerla e interpretarla en el mismo Espíritu con que se escribió, para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura teniendo en cuenta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la fe. Es deber de los exegetas trabajar según estas reglas para entender y exponer totalmente el sentido de la Sagrada Escritura, para que, con un estudio previo, vaya madurando el juicio de la Iglesia. Porque todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura está sometido en última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de Dios» (DV 12).

2.- ¿A qué género literario pertenece el evangelio de San Marcos?

De estos principios de interpretación de la Escritura, se sigue la importancia de interpretar el evangelio según San Marcos, tratando de ubicar su género literario. Y advierto de antemano que lo que decimos de este evangelio, vale, mutatis mutandis, para los otros evangelios, que consideraremos en los capítulos siguientes.

Podemos comenzar diciendo que el evangelio según San Marcos es «una presentación creyente de la vida de Jesús, interpretada en confrontación con las Sagradas Escrituras, de manera que la vida de Jesús las ilumina y es iluminada a su vez por ellas, mostrando sus correspondencias».

El evangelio según San Marcos tiene pues valor histórico, porque narra hechos. Tiene valor biográfico porque relata dichos y hechos de Jesús. Pero es más que una crónica histórica y más que una mera biografía. Porque además del relato de hechos, como pueden hacerlo las crónicas, y de la narración de la vida de una persona, como lo hacen las biografías, el evangelio según San Marcos viene de la fe y apunta a despertar la fe.

Por eso el evangelio según San Marcos incluye un alegato acerca de la identidad de Jesús, de quién es Jesús. Su texto argumenta desde las Sagradas Escrituras, alegando que en Jesús se cumplen las Promesas del Antiguo Testamento.

3.- Historia interpretada

Prosiguiendo en el intento de comprender el género literario al que pertenece el evangelio según San Marcos, podríamos decir que es:

narración de hechos

e interpretación de los mismos

a la luz de las Sagradas Escrituras

desde la fe

para suscitar la fe.

Podríamos llamarle por lo tanto historia teológica, o historia creyente, o historia predicada, o historia kerygmática, o quizás lo más ajustado sea definirlo como historia profética, puesto que los profetas comunican una interpretación religiosa de los acontecimientos: el sentido que tienen según Dios.

El género literario del evangelio según San Marcos tiene pues dos aspectos que lo caracterizan: a) historia, y b) interpretación de fe.

Ambos aspectos están enlazados de tal manera que se sirven el uno al otro sin traicionarse ni anularse: la interpretación no falsea la verdad histórica, y la historia corrobora la interpretación. Los hechos narrados iluminan la Escritura y la Escritura ilumina los hechos.

Veamos algo acerca de cada uno de esos dos aspectos:

3.1.- El valor histórico del Evangelio

En la Constitución Dei Verbum, la Iglesia afirma, una vez más, el carácter histórico de los Evangelios:

«La Santa Madre Iglesia firme y constantemente ha creído y cree que los cuatro referidos Evangelios, cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado al cielo (Cfr. Hech. 1,1-2).

Los Apóstoles, ciertamente, después de la ascensión del Señor predicaron a sus oyentes lo que Él había dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban, enseñados por los acontecimientos gloriosos de Cristo, y por la luz del Espíritu de verdad.

Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios, escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se trasmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias, usando por fin la forma de la predicación, de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús.

Escribieron pues, sacándolo ya de su propia memoria o recuerdos, ya del testimonio de quienes “desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra” para que conozcamos “la verdad” [asfaleia = certeza] de las palabras que nos enseñan (Cfr. Lc 1,2-4)» (DV , 19).

Los Evangelios tienen, pues, valor histórico en lo que narran acerca de la historia de Jesús, aunque no por eso pertenezcan al género literario histórico.

El Papa Juan Pablo II volvió a recordarnos su valor histórico: «aún siendo documentos de fe, no son menos atendibles, en el conjunto de sus relatos, como testimonios históricos» que las fuentes históricas profanas (Tertio Millennio Adveniente, 5).

La Constitución Dei Verbum llama «historicidad» de los evangelios a su contenido de verdad histórica, a la verdad del relato de hechos y dichos de Jesús.

Los evangelios mismos dan por supuesta esa verdad histórica y no tratan de convencernos de la verdad de los hechos que narran, sino de otra cosa: de su sentido o significado divino, religioso, salvífico. El que no les cree en lo primero ¿cómo podría creerles en lo segundo? Y si su interpretación no reposara sobre hechos ¿qué fe podrían pedir para su interpretación?

La narración evangélica está destinada a suscitar en los oyentes la fe en Jesús; a convencerlos del sentido salvador de la historia de Jesús que ellos proclaman. Veamos ahora cómo es la mirada de fe que los evangelistas echan sobre esa historia.

3.2.- Interpretación profética de los hechos

La interpretación evangélica refleja una convicción de fe acerca de las Promesas de Dios en la Antigua Alianza y de su cumplimiento en Cristo. Y dicha interpretación se basa en esa convicción.

Esto pertenece a la esencia del género literario evangelio. Y por eso los evangelios son un género particular de historia, diverso de los géneros históricos profanos o seculares. Por algo son, para los creyentes, Sagrada Escritura.

En cuanto argumentan la realización de las Promesas hechas por Dios en el Antiguo Testamento, los Evangelios tienen su raíz en dicho Antiguo Testamento. No se entenderían sin él. Enraizados en las antiguas profecías, proclaman, proféticamente, que ha llegado su cumplimiento.

Los evangelios son, como vemos, proclamación de una interpretación profética de la historia.

¿Qué clase de relación aprecian los Evangelios entre el Antiguo Testamento, sus promesas y profecías por un lado y la Historia Evangélica o Nuevo Testamento por el otro?

El Concilio Vaticano II explica esa relación en estos términos:

«La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada sobre todo, a preparar, anunciar proféticamente (cfr. Lc 24,44; Jn 5,39; 1 Pe 1,10), y significar con diversas figuras (Cfr. 1 Cor 10,11), la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico» (DV, 15).

«Dios, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está patente en el Nuevo, porque aunque Cristo fundó el Nuevo Testamento en su sangre (Cfr. Lc 22,20; 1 Cor 11,25), no obstante los libros del Antiguo Testamento, recibidos íntegramente en la proclamación evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo Testamento (Cfr. Mt 5,17; Lc 24,27; Rm 16,25-26; 2 Cor 3,14-16), ilustrándolo y explicándolo al mismo tiempo». (DV 16).

Aplicando lo que venimos diciendo al evangelio según San Marcos, podemos concluir que es, por un lado un libro que pertenece al género histórico, porque narra fielmente hechos sucedidos. Pero por otro lado es la narración de un creyente que ve e interpreta los hechos a la luz de la Sagrada Escritura y que interpreta la Sagrada Escritura a la luz de los hechos. Es por tanto historia profética e interpretación profética de la historia.

4.- El género literario llamado Pésher

El procedimiento de interpretar hechos a partir de la Escritura y de interpretar la Escritura a partir de hechos, o aplicándola a hechos, es un procedimiento bíblico anterior a los evangelios. Y no sólo se encuentran ejemplos de él en los libros proféticos, como Isaías o Daniel, sino que también es común en la literatura judía extrabíblica, particularmente en la de Qunram.

Los comentarios qunrámicos de los libros proféticos se llaman pesharim (plural de pesher) lo mismo que las interpretaciones de sueños que hace el profeta Daniel. Así como Daniel revela el sentido profundo de los símbolos vistos en sueños, el autor del pésher trata de revelar el sentido oculto y misterioso de los textos proféticos, atribuyéndoles un valor simbólico o alegórico que se esfuerza en desvelar, interpretándolos como alusiones proféticas a hechos del momento o que se espera que ocurran.

El género literario evangélico puede entenderse como un tipo de pésher o interpretación, consistente en mostrar las correspondencias entre la Vida de Jesús y las Sagradas Escrituras.