fundación GRATIS DATE

Gratis lo recibisteis, dadlo gratis

Otros formatos de texto

epub
mobi
pdf
zip

Descarga Gratis en distintos formatos

Salmo 2. Someterse a Cristo

El contexto para entender este salmo es la entronización de un nuevo rey. Como descendiente de David y portador de la promesa y bendición divinas (2Sam 7), renueva y hace presente la alianza y la protección de Dios para con su pueblo. Ante la rebelión de los pueblos vasallos (vv.1-3), Dios mismo interviene decretando el señorío del nuevo rey (vv.4-6) y su adopción como hijo (vv.7-9), y termina con la invitación a los vasallos para que se le sometan (vv.10-12).
Ya antes del cristianismo la tradición judía consideraba mesiánico este salmo. De hecho, varias de sus expresiones resultan absolutamente hiperbólicas referidas al minúsculo e insignificante rey de Israel: «te daré en herencia las naciones, en posesión los confines de la tierra» (v.8). El cristianismo primitivo ha encontrado normal aplicar el salmo a Cristo, sea para subrayar su filiación divina (Mt 3,17par.; 17,5par.; Hb 1,5), su condición sacerdotal (Hb 5,5) o su señorío incontestable (Hch 4,25-26; 13,13; Ap 2,26-27; 12,5; 19,15).
Por tanto, para nosotros cristianos es una invitación a reconocer a Jesús como Señor y a someternos libre y gozosamente a su señorío salvífico (Rom 10,9). En efecto, es dichoso quien en Él se refugia y a Él se acoge (v.12); la dicha que el salmo 1 proclamaba como fruto de la obediencia a la voluntad de Dios queda así concretizada como sumisión a Cristo; y esta, a su vez, se especifica en el cumplimiento de sus mandatos (Sal 1,1-3).
No sólo la vida individual. También la historia de los pueblos se decide entre la rebelión contra Cristo (vv.1-3), absolutamente vana (Dios «se ríe»: v.4), y la aceptación del señorío de Aquel a quien la liturgia proclama «Rey del universo». Todos los pueblos y sus gobernantes deben sometérsele (vv.10-12), puesto que Dios mismo le ha constituido Rey y Señor (v.6; cfr. Hch 2,36) y en cuanto Hijo (v.7) le ha dado en herencia todas las naciones (v.8; cfr. Mt 28,18-19; Ap 1,5). Sobre aquellos que le acojan derramará su influjo salvífico: «¡No tengáis miedo! ¡Abrid, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas tanto económicos como políticos, los dilatados campos de la cultura, de la civilización, del desarrollo» (Juan Pablo II, Homilía en el inicio de su pontificado).