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Cuarto viaje: a China (1552)

Álvaro de Ataíde de Gama, almirante de la flota portuguesa de Oriente, por envidia y malquerencia contra Diego de Pereira, impide la embajada de éste a la China, y cierra así también a Javier la vía legal para llegar al Imperio prohibido.

Así las cosas, solo los comerciantes de Portugal hacian por su cuenta el viaje, arrostrando muy graves peligros, no solo de tormentas, sino también de torturas y cárcel. Ardiendo Javier en deseos de evangelizar la China, desoye los consejos de sus amigos portugueses, se embarca en abril de 1552, y contra todo pronóstico, hace un viaje rápido y tranquilo. Pedro López, que «con mucho ánimo y voluntad» se había ofrecido a ir con él como intérprete, finalmente «de miedo quedó» [docs.131,7; 135,9]. Solo van con él Cristóbal, criado indio, y Antonio China.

Desembarcan en la isla de Sancián o Sanchón, muy próxima a la costa china, frente a la gran ciudad de Cantón, y de Macao, colonia portuguesa. El 13 de noviembre los portugueses abandonan la isla. Javier, enfermo, permanece a la espera de que un chino de Cantón, por un alto precio, se arriesgue a introducirle en una embarcación pequeña en el continente. Pero no llega a presentarse. Y al amanecer del 3 de diciembre, en una madrugada de frío glacial, muere el Santo en aquel islote solitario, en una choza de cañas, acompañado por el chino Antonio.

El Señor y la Virgen están con él. Nada le falta.


Doc. 122
A Diego Pereira
Malaca 25 de junio 1552

Señor:

1. Pues vuestros pecados y los míos fueron tan grandes, que por ellos Dios nuestro Señor no se quiso servir de nosotros, no hay a quien echar la culpa sino a nuestros pecados. Y fueron tamaños los míos, que atrajeron mi perdición y vuestra destrucción. Con mucha razón, señor, os podéis quejar de mí, que os destruí a vos y a todos los que venían en vuestro navío. Os destruí, señor, con gastos de cuatro o cinco mil pardâos que por ruegos míos gastasteis en piezas para el rey de la China, y ahora la nao y toda vuestra hacienda. Pídoos, señor, os acordéis que mi intención fue siempre serviros, como Dios nuestro Señor lo sabe y v. m. también; y si eso no fuese así, de pena moriría.

2. Pídoos, señor, que no vengáis donde yo estuviere, por no acrecentar el dolor que tengo, pues viéndoos, me aumentáis mis tristezas, acordándome que yo os destruí. Yo me voy a la nao, para estar allá, y no me venga la gente a casa, con las lágrimas en los ojos, diciéndome que os destruí. Si mi intención, como arriba dije, no me salvase, de pena moriría. Me despedí ya del señor don Alvaro, pues le agradó y tuvo por bien impedir nuestra ida.

3. No puedo cumplir con v. m. con otra cosa sino con escribir al rey nuestro señor, que yo, señor, os destruí y precipité con rogaros y pediros como gran favor, que, por servicio de Dios y del rey nuestro señor, fueseis a China con la embajada del señor virrey, a tratar paces entre el rey de China y el rey nuestro señor, lo que tanto el rey lo encomienda para honra y crecimiento de su estado, y grandes provechos que de ahí se le pueden seguir.

Y pues, por servir al rey nuestro señor os quitaron la embajada que el señor virrey os encomendó, con tantos gastos hechos y pérdida de vuestra nao y hacienda; para descargo de mi conciencia, me obligo por ésta firmada por mí, a escribir al rey nuestro señor, que está obligado a pagaros todos los daños y pérdidas que os vinieren por servirle. Mas no puedo, porque Dios nuestro Señor sabe cuán apenado quedo al agraviarme tanto el señor don Alvaro, e impedirme una cosa de tanto servicio de Dios nuestro Señor; y pésame que de Dios le ha de venir el castigo, mayor del que él cree. [Álvaro de Ataíde más tarde fue enviado preso a Portugal, donde murió deshonrado y leproso].

De este colegio de Malaca, 25 de junio de 1552.

Vuestro triste y desconsolado amigo,

Francisco.


Doc. 125
Al Padre Gaspar Barzeo, Goa
Estrecho de Singapur 21 de julio 1552

En el estrecho de Singapur, lugar entonces deshabitado, que en el siglo XIX se convertiría en una populosa ciudad-estado, firma Javier sus penúltimas cartas.

IHUS.

La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea siempre en nuestra ayuda y favor. Amén.

Maestro Gaspar:

1. No podríais creer cuán perseguido fui en Malaca: particularmente no os escribo las persecuciones. Al padre Francisco Pérez tengo dado encargo que os las escriba particularmente. Todo lo que os escribe el padre Francisco Pérez acerca de las excomuniones en que incurrió don Alvaro [de Ataíde], en impedir la ida de la China, de tanto servicio de Dios y acrecentamiento de nuestra santa fe, así por ir contra las bulas concedidas por el papa Paulo, y de éste que ahora es [Julio III], a la Compañía del nombre de Jesús, estorbando el servicio de Dios; y también por la [decretal pontificia] Extravagante que excomulga a todos aquellos que impiden a los nuncios apostólicos en su oficio, que no hagan el servicio de Dios en acrecentamiento de nuestra santa fe. En esto habéis de poner mucha diligencia, en que por la vía del señor obispo vengan notificadas las excomuniones sobre los que impedirán la ida de tanto servicio de Dios, para que otra vez los padres que de la Compañía del nombre de Jesús fueren a Japón o China, no sean impedidos.

2. Y haréis con el señor obispo cómo en la provisión que mandare al vicario de Malaca, haga mención cómo el papa Paulo me hizo nuncio en estas parte de la India, para ser más favorecido en el servicio de Dios. Las letras del papa Paulo las mostré al señor obispo y su señoría las aprobó. Y también escribo al señor obispo sobre esto, para que su señoría reverendísima notifique por una provisión la excomunión en que incurrió don Alvaro. Y también me parece que hay en el colegio una bula en que habla cómo soy nuncio apostólico. Y si hubiera necesidad, mostrarla heis al señor obispo. Esto lo hago, para que en el tiempo por venir, no pongan impedimento otra vez a los de nuestra Compañía. [Ataíde le había insultado llamándole «falsario de letras apostólicas»]

3. Yo nunca seré en requerir a ningún prelado, para que excomulgue a ninguno, y así también en los que son excomulgados por los santos cánones y bulas concedidas a nuestra Compañía, nunca seré en disimular con ellos, sino en notificarles, para que conozcan la excomunión y hagan penitencia del mal que tienen hecho en impedir en el tiempo por venir que no se hagan más males que tanto impiden el servicio de Dios nuestro Señor.

Por eso os encomiendo tanto, que con el padre Juan da Beira, mandéis muy especificadamente la provisión del señor obispo, en que manda especificadamente al vicario de Malaca que notifique públicamente la excomunión en que tiene incurrido don Alvaro, que impidió el viaje de tanto servicio de Dios y acrecentamiento de nuestra santa fe. [El Vicario Soares, por temor a Ataíde, no se atrevió a promulgar la excomunión].

4. Yo voy a las islas de Cantón, desamparado de todo favor humano, con esperanza de que algún moro o gentil me llevará a la tierra firme de la China; porque la embarcación que tenía para ir a la tierra firme la impidió don Alvaro forzosamente, no queriendo guardar las provisiones del señor virrey, en que mandaba a Diego Pereira que fuese por embajador al rey de la China, ya mí en su compañía. No quiso don Alvaro que se cumpliesen estas provisiones de tanto servicio de Dios, y así me quitó la embarcación que tenía, para poder ir a la tierra firme de la China. [Había prohibición absoluta de China para las naves portuguesas, como no llevaran una Legación autorizada].

5. Las memorias que os dejé, os encomiendo que no las olvidéis, principalmente las que tocan a vuestra conciencia, y después las de los otros de la Compañía.

6. Trabajad porque, para el año que viene, vaya alguno a Japón, así como lo dejé encomendado cuando me vine para acá. Este año fue allá Baltasar Gago y Duarte y Pedro de Alcáçova, y fueron en muy buen navío y con un muy buen tiempo. Placerá a Dios llevarlos a salvamento a Amanguche, dónde están el padre Cosme de Torres y Juan Fernández.

7. De las limosnas que pudiereis haber, trabajad cómo podáis mandar alguna caridad y limosna para el año que viene, en la nao que partiere en abril para Malaca; y en caso de que por ninguna vía pudiereis mandar a Japón algún padre letrado de la Compañía, mandaréis un lego de buen ingenio y mucha confianza, para que vaya con alguna limosna y nuevas cómo para el año siguiente irá algún padre de la Compañía. Y mirad bien que no mandéis ningún padre que no sea letrado, para Japón ni para China, y el hermano que mandareis, cuando no hubiere padre, sea que tenga ingenio para aprender la lengua. Y por todas las vías que pudiereis, así por la vía de la [Cofradía de la ] Misericordia, como de otras personas devotas, o por la vía del rey, o por otra cualquiera, trabajad cómo mandéis alguna limosna a los hermanos de Japón; y al hermano que viniere, el padre Francisco Pérez le buscará embarcación en Malaca.

8. A Juan da Beira daréis toda la ayuda y favor que pudiereis, así favoreciéndolo con el señor virrey, como dándole los hermanos que pudiereis, para que lo ayuden en las partes de Maluco a hacer cristianos y haréis, de todas maneras, cómo el padre Juan da Beira parta en la nao que va para Maluco en abril, porque su presencia hace mucha falta allí. Si hubiere algún padre que pueda ir con él a Maluco, que haya venido este año de Portugal, aunque no tenga letras, podrá ir a Maluco con algún otro hermano de mucha confianza y virtud; porque para allá no son necesarias letras, sino virtud y constancia. Y si no hubiere padre que pueda ir con Juan da Beira, en tal caso irán dos legos de mucha virtud y perfección.

9. Muy menudamente me escribiréis para el año que viene a Malaca con el padre Juan da Beira, porque de ahí me serán mandadas a China las cartas; y, lo que Dios no querrá, en caso de que yo no vaya a China, tornaré a India por todo el mes de diciembre o enero, dándome Dios nuestro Señor salud y vida. Escribirme heis nuevas de toda la India y Portugal, del señor obispo, de los frailes de San Francisco y Santo Domingo, a los cuales daréis muy encarecidamente mis encomiendas, rogándoles mucho que en sus santos sacrificios y oraciones me encomienden a Dios nuestro Señor.

10. En casa especialmente haréis memoria a Dios de mí, y de los padres y hermanos que están en Japón; porque sabed cierto que tenemos mucha necesidad de la ayuda de Dios. Nuestro Señor nos junte en la gloria del paraíso, que será con mayor descanso del que en esta vida tenemos.

Del estrecho de Singapur, a 21 de julio de 1552.

Alvaro Ferreira va conmigo, y Antonio China que estaba en Cochín, y ambos están enfermos de fiebres, que llevo mayor trabajo y cuidado con ellos de lo que podría escribir. Placerá a Dios nuestro Señor que les dará salud.

[Antonio China (Antonio de Santa Fe), así llamado por su origen chino, estudió unos ocho años en el Colegio de Goa, y fue compañero fiel de Javier hasta su muerte en Sanchón].

Vuestro amigo y hermano en Cristo,

Francisco.


Doc. 128
A Juan Japón, Malaca
Estrecho de Singapur 22 de julio 1552

Esta carta, escrita en portugués, lleva de la mano del Santo esta dedicatoria: «Para Juan el Japonés, mi hijo, del P. Maestro Francisco». Y a un lado: «Hijo mío Juan, Juan Bravo te leerá esta carta».

IHUS.

Juan Japón, hijo mío:

1. Escribo al padre maestro Gaspar, que te busque alguna limosna en Goa, para que allá la emplees en alguna hacienda y puedas tornar a tu tierra con alguna cosa. Irás a Goa, cuando fueren las naos de Malaca para la India, con el padre Juan da Beira, y darás al padre maestro Gaspar, en Goa, esta carta que te mando con esta tuya. Y a los padres que fueren a Japón, los servirás muy bien hasta llevarlos a Amanguchi.

2. Confiésate muchas veces y recibe al Señor, para que Dios te ayude. Encomiéndate a Dios y guárdate de hacer pecados; porque, si ofendieres a Dios, en este mundo o en el otro has de ser muy bien castigado. Por eso guárdate de hacer cosas, por donde vayas al infierno. Encomendarme has mucho a Marcos y a Paulo [Anjiró], cuando fueres a Japón. Dios te haga santo bienaventurado, y te lleve a la gloria del paraíso.

Del estrecho de Singapur, a los 22 de julio de 552 años.

3. Dirás al padre Francisco Pérez, mostrándole esta mi carta, que, cuando fueres a la India, que escriba al padre Antonio de Heredia a Cochín, encomendándole de mi parte que te busque allá alguna limosna, o por la vía de la Misericordia o por otros devotos suyos. Y también si el padre Francisco Pérez te pudiere dar alguna limosna, para cuando tornares de la India, muéstrale esta carta mía. En lo que él pudiere, poco o mucho, él te ayudará. y no vayas a Cochín sin una carta de Francisco Pérez para el padre Antonio de Heredia.

Esta mi carta guárdala muy bien, y muéstrala en Cochín al padre Antonio de Heredia; porque, si él pudiere, te ayudará. y si tú fueres bueno y sirvieres bien a los padres que fueren a Japón, confío que el padre Antonio de Heredia te busque alguna limosna. Juan, hijo, servirás muy bien a los padres que fueren a Japón, e irás con ellos hasta Amanguchi. Tu amigo del alma,

Francisco.


Doc. 129
A Diego Pereira, Malaca
Estrecho de Singapur 22 de julio 1552

Señor:

1. La pena que de vos, señor, llevo, y la memoria que continuamente tengo de ver que quedáis en tierra tan insana, me hacen tener mayor memoria de v. m. Acá todos, por su respeto, en esta su nao [la nave Santa Cruz era de Diego Pereira], me hacen mucha honra y merced, dándome lo necesario muy en abundancia, así para mí que voy con salud, como para los enfermos que de allá embarqué, los cuales, por la misericordia de Dios, se van siempre hallando mejor. Dios sabe los trabajos y cuidados que me dan: loado sea Dios por todo siempre en los cielos y en la tierra.

2. Allá, señor, mando a v. m. la carta del rey y del virrey, abiertas [las cartas de Javier al rey y al virrey]; leerlas ha v. m. y cerrarlas. Yo, señor, mucho holgaría, por el mucho amor que os tengo, que la carta del rey la llevase a Portugal este año alguna persona de mucha confianza, para que venga el despacho que espero vendrá. Al señor don Pedro [de Silva] podrá v. m. leer la carta, para que vea lo que de él escribo a su Alteza. Va la carta por dos vías, la una cerrada y la otra abierta, ambas sobre lo mismo. Mandarlas heis, señor, a buen recaudo. Una de las vías, si os parece, por la de don Pedro; la otra por alguna persona muy vuestra, que tenga mucho cuidado de negociar las cosas de vuestra honra. En esto, señor, haréis lo que bien os pareciere.

3. Pídoos mucho, señor, por merced, que miréis mucho por vuestra salud y vida, y con mucho tino cuidéis las cosas, andando con el tiempo disimulando con muchos que dicen ser vuestros amigos sin serlo.

4. Sobre todo os pido, señor, por merced, que os lleguéis mucho para Dios, para que de él seáis consolado en tiempo tan atribulado. Por amor de nuestro Señor, os pido una merced que para mí será muy grande: que os confeséis y recibáis al Señor, y os conforméis con su santa voluntad, porque toda esta persecución es para más bien y honra vuestra.

5. A Francisco da Villa [criado de Pereira], por tener mucha necesidad de él, lo llevo a China conmigo, y también porque es necesario en la China en los negocios de la nao de v. m., para ayudar a Tomás Escander. En el primer bancán [embarcación china menor que el junco] que viniere de la China, queriéndolo Dios, irá a Malaca. Y si Dios nuestro Señor no abriere camino en la China, como yo pueda ir allá, en la primera cosa que viniere de la China, iré a Malaca; y si pudiere tomar las naos que van al reino, iré a la India.

6. Al rey nuestro señor me parece que debe v. m. escribirle muy menudamente, dándole cuenta de los provechos que tendría su Alteza si en la China hubiese alguna factoría; y lo mismo al señor virrey, porque yo así lo escribo, como lo veréis por las cartas que van abiertas. Y vuestras cartas para el rey irán con las mías, y haréis un mazo de ellas y el sobrescrito dirá : «Para el rey nuestro señor. Del padre maestro Francisco».

Y la persona que fuere a Portugal, sea persona de mucha confianza, y que torne pronto a la India con respuesta de las cartas. Si Dios me llevare a China, no deje v. m. de escribirme nuevas suyas, porque con ellas holgaré mucho en extremo. Nuestro Señor le dé tanta consolación en esta vida y gloria en la otra, cuanta yo para mi deseo. Del estrecho de Singapur, a 22 de julio de 1552 años.

7. El padre vicario [Juan Soares] me rogó que escribiese por él al rey. Yo así lo hago, aunque no faltó quien me dijese que en esta ida de la China dejó de favorecer, según cumplía, al servicio de Dios y acrecentamiento de nuestra santa fe, por mostrarse servidor de don Alvaro, pareciéndole que por esa vía le vendría algún provecho temporal. Bien engañado vive quien piensa que, faltando con Dios, de quien todo el bien procede, por la vía de los hombres ha de ser remediado. Véngome de los que no son amigos míos, haciéndoles bien, porque el castigo de Dios vendrá. Y vos, señor, veréis por la obra cómo Dios dará castigo a los que me desfavorecieron en el servicio de Dios. Es verdad que tengo mucha compasión de ellos, temiéndome que les haya de venir mayor castigo del que ellos piensan. La carta para el rey que habla del vicario, la dará v. m. por su mano.

8. Si Dios me llevare a China, como espero que me llevará, yo diré a los portugueses [cautivos en las cárceles de Cantón] la obligación en que están para con v. m.; y de su parte daré las encomiendas a todos ellos, dándoles cuenta de los muchos gastos que tenía hechos para irlos a redimir, y dándoles esperanza que para otro año será, si Dios fuere servido [si Pereira pudiera viajar como legado]. Pídoos mucho, señor, por merced, que visitéis muchas veces a los padres del colegio [de Malaca], y os consoléis con ellos.

Vuestro muy gran amigo,

Francisco.


Doc. 130
Al Padre Francisco Pérez, Malaca
Sanchón 22 de octubre 1552

La isla de Sanchón está en el golfo de Cantón, a unos 12 kilómetros del continente, y a unos 180 de esa ciudad. Hasta su muerte, Javier sigue ejerciendo con gran celo su ministerio de Provincial jesuita.

IHUS.

Francisco Pérez:

1. Vista esta cédula mía, os mando, en virtud de santa obediencia, que no estéis más en Malaca, sino que vayáis camino de la India en las naos que en esta monzón fueren. Y si esta cédula mía os fuere dada después que fueren partidas las naos para la India, iréis en la nao de Choromandel vos y Juan Bravo y Bernardo; y de Choromandel iréis a Cochín y en Cochín estaréis de asiento predicando y confesando y enseñando, lo que solíais hacer en Malaca por la orden y manera que allí os dejé, cuando partí camino de Japón; y por un régimen que dejé a Antonio de Heredia, que al presente está en Cochín y vos quedaréis en lugar de Antonio de Heredia en Cochín.

Y Antonio de Heredia, vista ésta, u otro cualquiera que estuviere en su lugar, irá camino de Goa, a prepararse para ir a Japón. Y así esta obediencia que os mando, servirá tanto para Antonio de Heredia u otro cualquiera que estuviere en Cochín, como para vos, para que, en virtud de obediencia, cumpláis lo que mando. Y desde el día que entraseis en casa de Cochín, seréis rector de aquella casa, y dejará de serlo el que en ella estuviere, o sea Antonio de Heredia u otro cualquiera.

2. En todo lo que fuere mayor gloria y servicio de Dios y perfección de la Compañía, os ejercitaréis, según el talento que Dios nuestro Señor os dio. Y porque de vos confío que esto y más haréis, os mando, en virtud de obediencia, que seáis rector de aquella casa; y estaréis a la obediencia del rector de la casa de San Pablo de Goa. Y los que a Cochín vinieren, que fueren de la Compañía, así sacerdotes como legos, de cualquier calidad que sean, estarán a vuestra obediencia, salvo si el rector de Goa no mandare lo contrario por algún caso fortuito. Y esto lo mando en virtud de obediencia, a todos los que a esa casa de Cochín vinieren, que os obedezcan. Y vos, en virtud de obediencia, cumpliréis lo que en esta cédula os mando, así en la partida de Malaca, como en ser rector de la casa de Cochín.

Escrita en esta China, en el puerto de Sanchón, a 22 de octubre de 1552 años.

Francisco.


Doc. 131
Al Padre Francisco Pérez, Malaca
Sanchón 22 de octubre 1552

La gracia y amor de Cristo nuestro Señor sea siempre en nuestra ayuda y favor. Amén.

1. Por la misericordia y piedad de Dios nuestro Señor llegó la nao de Diego Pereira, y todos los que veníamos en ella, a salvamento a este puerto de Sanchón, donde hallamos otros muchos navíos de mercaderes. Este puerto de Sanchón está a treinta leguas de Cantón. Acuden muchos mercaderes de la ciudad de Cantón a este Sanchón, a hacer hacienda con los portugueses. Trataron diligentemente con ellos los portugueses, por ver si algún mercader de Cantón me quisiera llevar. Todos se excusaron diciendo que ponían sus vidas y haciendas a gran riesgo, si el gobernador de Cantón supiese que me llevaban; y por esta causa a ningún precio me querían llevar en sus navíos a Cantón.

2. Plugó a Dios nuestro Señor que se ofreció un hombre honrado, morador de Cantón, a llevarme por doscientos cruzados en una embarcación pequeña, donde no hubiese otros marineros que sus hijos y mozos, porque el gobernador de Cantón no viniera a saber por los marineros cuál era el mercader que me llevaba. Y más, se ofreció a meterme en su casa escondido tres o cuatro días, y de ahí ponerme un día, antes de amanecer, en la puerta de la ciudad con mis libros y otro hatillo, para de ahí irme luego a casa del gobernador, y decirle cómo veníamos para ir donde está el rey de la China, mostrando la carta que del señor Obispo llevamos para el rey de la China, declarándole cómo somos mandados de su Alteza, para declarar la ley de Dios.

3. Los peligros que corremos son dos, según dice la gente de la tierra: el primero es que el hombre que nos lleva, después que le fueren entregados los doscientos cruzados, nos deje en alguna isla desierta o nos bote al mar, porque no lo sepa el gobernador de Cantón; el segundo es que, si nos llevare a Cantón y fuéremos ante el gobernador, que nos mandará atormentar o nos cautivará, por ser una cosa tan nueva como ésta, y haber tantas prohibiciones en la China, para que no vaya ninguno a ella sin chapa del rey; pues tanto prohibe el rey que los extranjeros entren en su tierra sin su chapa. Además de estos dos peligros, hay otros mucho mayores que no alcanza la gente de la tierra; y contar éstos sería muy prolijo, aunque no dejaré de decir algunos.

4. El primero es dejar de esperar y confiar en la misericordia de Dios, pues por su amor y servicio vamos a manifestar su ley, y a Jesucristo, su Hijo, nuestro Redentor y Señor, como él bien lo sabe. Pues por su santa misericordia nos comunicó estos deseos, desconfiar ahora de su misericordia y poder, por los peligros en que nos podemos ver por su servicio, es mucho mayor peligro (que, si él fuere más servido, nos guardará de los peligros de esta vida) de lo que son los males que nos pueden hacer todos los enemigos de Dios; pues sin licencia ni permisión de Dios, los demonios y sus ministros en ninguna cosa nos pueden empecer.

5. Y también confirmándonos con el dicho del Señor que dice: «Quien ama su vida en este mundo, la perderá, y aquel que por Dios la perdiere, la hallará» [Jn 12,25]: que es conforme a lo que también Cristo nuestro Señor dice: «El que pone la mano en el arado y mira para atrás, no es apto para el reino de Dios» [Lc 9,26].

6. Nos, considerando estos peligros del alma que son mucho mayores que los del cuerpo, hallamos que es más seguro y más cierto pasar por los peligros corporales, antes que ser comprendidos delante de Dios en los peligros espirituales. De manera que, por cualquier vía, estamos determinados a ir a China. El suceso de nuestro viaje espero en Dios nuestro Señor que ha de ser para acrecentamiento de nuestra santa fe, por mucho que los enemigos y sus ministros nos persigan; porque «si Dios estuviere por nosotros ¿quién tendrá victoria contra nosotros?» [Rm 8,31].

7. Cuando la nao fuere de este puerto de Sanchón para Malaca, espero en Dios nuestro Señor que llevará nuevas nuestras, de cómo fuimos recibidos en Cantón; porque de Cantón a este puerto siempre vienen navíos, en los cuales podré escribir lo que pasamos de aquí hasta Cantón, y lo que nos hizo el gobernador de Cantón.

Alvaro Ferreira y Antonio China vinieron siempre enfermos; ahora, por la misericordia de Dios, hállanse mejor. Hallé que Antonio no sirve para intérprete, porque se le olvidó hablar chino. Ofrecióse a ir conmigo por intérprete un Pedro López, que fue cautivo de Antonio de López de Bobadilla, que murió en el cerco de Malaca. Sabe leer y escribir portugués, y también lee y escribe algún tanto chino. Ofrecióse con mucho ánimo y voluntad a ir conmigo. Dios se lo pagará en esta vida y en la otra. Encomendadle a Dios nuestro Señor, que le dé el don de la perseverancia.

8. Como llegamos a Sanchón, hicimos una iglesia, y dije misa cada día hasta que enfermé de fiebres. Estuve enfermo quince días; ahora, por la misericordia de Dios, hállome con salud. Aquí no faltaron ocupaciones espirituales, como en confesar y visitar enfermos, hacer amistades. De aquí no sé qué más o haga saber, sino que estamos muy determinados a ir a China. Todos los chinas que nos ven, digo hombres honrados mercaderes muestran holgar y desear que vayamos a China, pareciéndoles que llevamos alguna ley escrita en los libros que será mejor que la que ellos tienen, o por ser amigos de novedades. Todos muestran grande placer, aunque ninguno nos quiere llevar, por los peligros en que se pueden ver.

Escrita en Sanchón.

9. La iglesia de nuestra Señora [del Monte] y el colegio, si fuere nuestro, quedará todo aquello que es de la Compañía de Jesús, al Padre Vicente Viegas [sacerdote secular, beneficiado de Malaca], entregado todo por vuestra mano, quedándole un traslado de la donación que hizo el señor Obispo de la Casa de nuestra Señora a la Compañía del nombre de Jesús; de manera que ni el Vicario ni ninguno otro tenga que entender con la iglesia de nuestra Señora, ni con el Padre Vicente Viegas. Y así rogaréis mucho al Padre Vicente Viegas, de vuestra parte y mía, que quiera aceptar este cargo por amor de Dios, hasta que de la India el rector de San Pablo prevea de alguna persona que venga a estar en Malaca. Y si a vos os pareciere bien que quede con él Bernardo, quedará para enseñar a los niños.

10. Yo estoy aguardando cada día un chino que ha de venir de Cantón a llevarme. Plegue a Dios que venga, así como yo lo deseo; porque, si acaso Dios no lo quiera, no sé lo que haré, si irme a la India o a Siam, para de allí juntarme a la embajada que el rey de Siam manda al rey de China. Esto os lo escribo, porque digáis a Diego Pereira que si él ha de ir a China, y por alguna vía me pudiere escribir a Siam, me escriba, para que nos juntemos allá o en algún otro puerto de China. Con Diego Pereira tendréis mucha amistad, así en Malaca como en la India, encomendándolo a Dios primeramente, y después en todo lo demás que lo pudiereis favorecer, pues tan amigo de nuestra Compañía.

Cristo nuestro Señor nos dé su ayuda y favor. Amén.

De Sanchón, hoy 22 de octubre, año de 1552.

Vuestro todo en Cristo

Francisco.


Doc. 133
Al Padre Gaspar Barzeo, Goa
Sanchón 25 de octubre 1552

IHUS.

La gracia y amor de Cristo nuestro Señor sea siempre en nuestra ayuda y favor. Amén.

1. Del estrecho de Singapur os escribí muy largamente. Ahora lo que mucho os encomiendo, es que de vos mismo tengáis muy especial cuidado, porque si lo contrario hiciereis, ninguna cosa de vos espero.

Las memorias que os dejé, no os olvidéis de leerlas y cumplirlas principalmente aquella en que os encomendé que todos los días os ejercitaseis; y mirad bien que no os olvidéis de vos, considerando lo que Dios por vos y por los de la Compañía hace.

Y mirad bien que yo holgaría mucho, por el bien que os quiero, así a vos como a todos, que miraseis más lo que Dios deja de hacer por vosotros, que lo que por vosotros hace; porque con lo primero os confundiréis y humillaréis, y conoceréis cada día más vuestras flaquezas y ofensas contra Dios; y con lo segundo, corréis riesgo muy grande de una engañosa y falsa opinión, haciendo fundamento en lo que no es vuestro, ni hecho por vos, sino solamente por Dios. Y mirad a cuántos hizo mal esto; y cuán dañosa peste es ésta en la Compañía.

2. A Japón fueron Baltasar Gago, Duarte y Pedro de Alcáçova; y fueron en buena embarcación. Espero en Dios nuestro Señor que los llevará a salvamento a Amanguchi, donde está el padre Cosme de Torres y Juan Fernández. Para el año próximo os encomiendo que mandéis allá alguna persona de gran confianza y que tenga letras; y si del reino no vinieran este año personas que puedan ir, en tal caso paréceme que será bien que vaya Antonio de Heredia. Y para esto va Francisco Pérez a estar en Cochín, en lugar de Antonio de Heredia, o de otro cualquiera que allá estuviere; porque no está Malaca ahora en disposición que se pueda hacer tanto fruto como en Cochín. Y no llevará Antonio de Heredia sino algún lego, y éste muy experimentado y probado y de ingenio para tomar la lengua.

3. A Maluco mandaréis, en compañía de Juan de Beira, algunas personas que a vos bien pareciere, que tienen virtud, para allá poder hacer fruto; y trabajad por mandar a Juan da Beira contento; pues en las partes de Maluco hay ahora tanta disposición para acrecentar nuestra santa fe. Y por consiguiente todos los años tendréis cuidado de proveer a las partes de Maluco de lo necesario; y las personas que allá mandareis, no sean sino muy probadas y de mucha experiencia.

4. En virtud de santa obediencia os encomiendo y mando que, si algún lego o sacerdote hace algún pecado público escandaloso, a ese tal luego lo despidáis, y no lo recibiréis por ruegos de ninguno, salvo si no fuere tanta la penitencia y el conocimiento del yerro; que por esta vía solamente se podrá haber misericordia, y por otra ninguna no, aunque os ruegue el virrey y toda la India junta con él.

Y mirad que los que yo despedí, y os mandé en virtud de obediencia que no los recibieseis, por ninguna vía los recibáis; y si tanta enmienda y penitencia pública por muchos días hicieren, les podréis dar una carta para el rector de Coímbra; porque para estas partes no son necesarios, y allá podrán aprovechar.

5. También os encomiendo mucho que recibáis muy pocos en la Compañía; y los que recibiereis, sean personas de quienes tiene la Compañía necesidad. y para el servicio de casa, mirad bien si sería mejor tomar o comprar algunos negros, que servirse de muchos que quieren entrar en la Compañía. Esto lo digo, por lo que allá vi y conocí de los que conmigo vinieron.

6. Yo llegué a este puerto de Sanchón, que está treinta leguas de la ciudad de Cantón. Cada día espero a un hombre que me ha de llevar, con el cual estoy ya concertado que me ha de llevar por doscientos cruzados; esto por las grandes prohibiciones y penas que hay en China para quien llevare persona extranjera sin chapa del rey. Espero en Dios nuestro Señor que todo tendrá muy buen suceso.

7. Por nueva cierta tengo que este rey de China tiene mandado fuera de su reino ciertas personas a una tierra, para saber cómo rigen y gobiernan, y las leyes que tienen; por lo que me dicen estos chinos que el rey ha de holgar de ver una ley nueva en su tierra. [El emperador Che Tsong era taoista, adverso al budismo de sus predecesores; destruyó los templos budistas de su ciudad y sus ídolos. Era supersticioso y al mismo tiempo deseoso de instruirse y conocer sus errores].

Lo que allá pasare, yo os lo escribiré largamente. Nuestro Señor nos junte en la gloria del paraíso. De este puerto de Sanchón de China, a 25 de octubre de1552 años.

Todo vuestro en Cristo,

Francisco.

8. A todos los hermanos y padres de la Compañía me encomendaréis mucho, y a todos los devotos y devotas de casa. A los frailes de San Francisco y de Santo Domingo los visitaréis, y me encomendaréis mucho a ellos y en sus santas oraciones y devotos sacrificios. Fue escrita tan de prisa esta carta, que no sé cómo va; por otra vía, antes que vaya a China, os escribiré más largo.