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El ministerio apostólico al servicio del Pueblo de Dios

1.-Elección, seguimiento y misión de los Apóstoles

La elección de los Apóstoles y de sus sucesores e inmediatos colaboradores fue y sigue siendo iniciativa de Cristo «eligió a los que quiso» (Mc 3,13; +Jn 15,16). El seguimiento apostólico equivale a compartir la vida con Cristo (Mc 3,14; +Jn 15,27), a modo de amistad profunda (Jn 15,9-15).

Jesús les quiso dar el nombre de apóstoles, enviados, para indicar su identidad misionera (Lc 6,13). Dar testimonio de Cristo, suponía haber estado conviviendo con él (Jn 1,35-46; 1Jn 1,1ss; Jn 15,26-27). Esta misión se resume en una triple perspectiva: enseñar, bautizar (santificar) y guiar (Mt 28,19-20; Mc 16,15-20; Lc 24,45-49).

Según los textos que acabamos de citar, Jesús comunicó a los suyos esta realidad pastoral y sacerdotal de modo estable, a través de diversas etapas:

-elección,

-envío (antes y después de la resurrección),

-institución de la eucaristía (última cena),

-institución del sacramento del perdón (resurrección),

-comunicación del Espíritu Santo (Pentecostés).

Los Apóstoles, por encargo de Cristo, comunicaron esta realidad sacerdotal por medio de la imposición de las manos (sacramento del Orden) (+PO 2; LG 28).

La misión sacerdotal, como participación en la función pastoral de Cristo, resultaría incompleta si se separara de la vocación y del seguimiento; entonces se correría el riesgo de profesionalismo privilegiado sin exigencias evangélicas.

2.-Los servidores del Pueblo sacerdotal: sacerdotes ministros

Los Apóstoles recibieron esta realidad sacerdotal directamente del mismo Jesús, de su humanidad vivificante como sacramento fontal. Ahora los sacerdotes ministros (sacerdocio ministerial), por medio del sacramento del Orden, reciben esta realidad sacerdotal, que les hace participar en el ser, en el obrar y en la vivencia de Cristo Sacerdote y Buen Pastor. Por el sacramento del Orden se confiere la consagración sacerdotal (carácter y gracia) a los llamados por la Iglesia (por medio del obispo), para ejercer los ministerios apostólicos en el grado de obispo, presbítero o diácono.

Esta realidad sacerdotal, participada de Cristo, tiene tres aspectos principales:

-elección divina o vocación del Señor, manifestada por medio de la Iglesia,

-consagración o participación en el ser y en el obrar de Cristo, por medio del sacramento del Orden,

-misión o envío por parte de Cristo y mediante la Iglesia.

El carácter sacramental del Orden es una señal o cualidad indeleble (inamisible), que configura al sacerdote ordenado con Cristo Sacerdote para poder obrar en su nombre. Es una participación en el poder y misión sacerdotal y pastoral del Señor, que destina al servicio de Cristo presente en la eucaristía, en su Iglesia y en el mundo (Santo Tomás, III q.63,a. 16).

La gracia especial recibida en el sacramento del Orden (distinta del carácter) ayuda a ejercer santamente la función y misión sacerdotal. Es un «vigor especial» (Santo Tomás) que comunica:

-un matiz de caridad pastoral a todas las virtudes sacerdotales,

-sintonía vivencial con los actos sacerdotales que se ejercen,

-unión con Cristo en cuanto Sacerdote y Víctima,

-ser instrumento consciente y voluntario (responsable) de Cristo en todos los momentos de la vida y del ministerio,

-santidad para ser «dispensador de los misterios de Dios» (1Cor 4,1).

3.-Líneas de fuerza del seguimiento evangélico de los Apóstoles

El seguimiento evangélico de los Apóstoles se ha venido llamando vida apostólica o modo de vivir de los Apóstoles (apostolica vivendi forma).

La vida apostólica es encuentro con Cristo, relación personal con él, opción fundamental por él, seguimiento e imitación, en vistas a la misión de prolongarla en el tiempo y en el espacio. Los textos básicos donde aparecen las líneas de fuerza de este seguimiento apostólico son los siguientes:

-La llamada para un seguimiento incondicional: Mt 4,18-22; Mc 3,13-19.

-El envío con las características de la vida misionera de Cristo: Mt 10,1-42 (4,23-25); Lc 9,1-6; 10,1-12; Mc 6,7-13.

-La figura del Buen Pastor: Jn 10,1-21 (Lc 15,1-7).

-La última cena (eucaristía) y la oración sacerdotal: Jn 13-17 (Lc 22,1-39).

-La vida desprendida del Señor: Mt 8,21 (pobreza); Jn 10,18 (obediencia del Buen Pastor); Mt 19,12 (castidad por el Reino).

-El modo servicial de dirigir la comunidad: 1Pe 5,1-5.

-El resumen de la vida apostólica de Pablo: Act 20,17-38.

El seguimiento en relación a la misión apostólica tiene estas características:

-Caridad como la del Buen Pastor: donación, virtudes pastorales, servicio, cercanía...

-Misión totalizante y universal: bajo la acción del Espiritu Santo, para evangelizar a los pobres y a todos los pueblos.

-Fraternidad apostólica al servicio de la comunidad eclesial: unidad apostólica especialmente en el Presbiterio, para construir la comunión de la Iglesia local.

4.-Fidelidad a la misión del Espíritu Santo

Por medio del sacramento del Orden, el sacerdote ministro ha recibido un nuevo sello o nueva gracia permanente del mismo Espíritu (1Tim 4,14; 2Tim 1,6-7), que le hace partícipe de la unción y misión de Cristo Sacerdote y Buen Pastor (Lc 4,18; Jn 10,36). La vida y el ministerio sacerdotal será un continuo reavivar este don del Espíritu con una actitud de discernimiento y de fidelidad. La vida espiritual es una «vida según el Espíritu» (Rom 8,4-9).

Jesús prometió el Espíritu Santo para todo creyente (Jn 7,37-39). En la promesa hecha a los Apóstoles, durante la última cena y el día de la ascensión, el Señor habla de:

-presencia: Jn 14,15-17; 16,7,

-iluminación: Jn 16,13,

-acción santificadora: Jn 16,14; Act 1,5,

-acción evangelizadora: Jn 15,26-27; Act 1,8.

La fidelidad al Espíritu Santo se concreta para el sacerdote ministro y para todo apóstol en:

-custodiar el depósito de la fe: 2Tim 1,14,

-confianza audaz en su acción santificadora y evangelizadora: Rom 15,13-19,

-reavivar constantemente la gracia recibida en la ordenación: 2Tim 1,6,

-vivir en relación con su presencia y en sintonía con su acción, como Pablo prisionero del Espíritu: Act 20,22.

El sacerdote ministro concretamente:

-edifica la Iglesia como templo del Espíritu, puesto que ha sido ungido por él para esta finalidad (PO 1),

-está atento a sus luces y mociones para evangelizar a los pobres, discernir y suscitar carismas y vocaciones, colaborar en la evangelización universal (PO 6,9,10),

-es dócil a su acción pra santificarse en el ejercicio del ministerio (PO 12-13),

-se deja conducir por él para imitar y seguir al Buen Pastor en su vida de pobreza y caridad pastoral (PO 17).

Las reglas del discernimiento personal y comunitario se aprenden en sintonía con el actuar de Cristo bajo la acción del Espíritu:

-hacia el desierto: oración, sacrificio, silencio contemplativo... (Lc 4,1),

-para evangelizar a los pobres: caridad, servicio, humildad, vida ordinaria de Nazaret... (Lc 4,14-19),

-viviendo el gozo pascual de Cristo resucitado: esperanza, transformar el sufrimiento en amor... (Lc 20,21; Jn 16,7.22).

La fidelidad y el discernimiento del Espíritu, en la vida y en el ministerio del sacerdote, tendrá lugar de modo especial en la respuesta a la propia vocación, en el proceso de la vida espiritual y de la oración, en la acción apostólica y en la convivencia comunitaria. Los signos de la voluntad de Dios, manifestados en los acontecimientos, se descubren «con la ayuda del Espíritu Santo y se valoran a la luz de la palabra divina» (GS 44).

Guía pastoral

-Reflexión bíblica:

-Elección como iniciativa de Cristo y declaración del amor: Mc 3,13; Mt 4,18-22; 9,9; Jn 1,43; 15,16.

-Seguimiento de Cristo para compartir su vida: Mc 3,14; 10,38; Jn 15,9-15; Mt 19,27.

-Misión de anuncio y testimonio: Mt 10,5-42; Mc 6,7-13; Lc 9,1-6; 10,1-10.

-Anuncio, celebración y comunicación del misterio pascual: Lc 22,19-20; 1Cor 11,23-26.

-Servidores del Pueblo sacerdotal: 1Pe 2,4-10; 5,1-5; Apoc 1,5-6; 5,9-10.

-Seguir a Cristo como los Apóstoles (vida apostólica): Mt 4,19-22; 19,27; Mt 8,21; 19,12; Jn 10,18.

-La fidelidad a la presencia, luz y acción del Espíritu Santo: Jn 14,15-17; 15,26-27; 16,7.13; Act 1,5-8; 20,22; Rm 15,13-19; 2Tim 1,6.

-Estudio personal

y revisión de vida en grupo

-El servicio armónico y responsable del anuncio, celebración y comunicación del misterio pascual (PO 4-6; SC 7,10,47).

-El carácter sacerdotal del sacramento del Orden como signo permanente del amor de Cristo a su Iglesia (1Tim 4,14; 2Tim 1,6; PO 2).

-Obrar en nombre de Cristo Cabeza y Buen Pastor (PO 2,6,12; LG 28).

-Las líneas de la vida apostólica: caridad de Buen Pastor (PO 15-17), disponibilidad misionera (PO 10), fraternidad (PO 7-9).

-Discernimiento y fidelidad al Espíritu Santo en la vida y en el ministerio sacerdotal (Lc 4,1-19; 10,21; PO 1,6,9,10,12,13, 17; Puebla 198-219).

-Servidor de la comunidad eclesial: «Los ministerios ordenados, antes que para las personas que los reciben, son una gracia para la Iglesia entera» (Juan Pablo II, Christifideles Laici 22).