Zacarías 10,3-11,3
El corazón del justo se gozará en el Señor
San Agustín
Sermón 21,1-4
El justo se alegra con el Señor, espera en
él, y se felicitan los rectos de corazón. Esto es lo
que hemos cantado con la boca y el corazón. Tales son las palabras que dirige a
Dios la mente y la lengua del cristiano: El justo se alegra, no con el
mundo, sino con el Señor. Amanece la luz para el justo –dice otro
salmo–, y la alegría para los rectos de corazón. Te preguntarás el
porqué de esta alegría. En un salmo oyes: El justo se alegra con el Señor,
y en otro: Sea el Señor tu delicia, y él te dará lo que pide tu corazón.
¿Qué se nos quiere inculcar? ¿Qué se nos da? ¿Qué se nos manda? ¿Qué se
nos otorga? Que nos alegremos con el Señor. ¿Quién puede alegrarse con algo que
no ve? ¿O es que acaso vemos al Señor? Esto es aún sólo una promesa. Porque, mientras
sea el cuerpo nuestro domicilio, estamos desterrados lejos del Señor.
Caminamos sin verlo, guiados por la fe. Guiados por la fe, no por la clara
visión. ¿Cuándo llegaremos a la clara visión? Cuando se cumpla lo que dice
Juan: Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que
seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo
veremos tal cual es.
Entonces será la alegría plena y perfecta, entonces el gozo completo, cuando ya no tendremos por alimento la leche de la esperanza, sino el manjar sólido de la posesión. Con todo, también ahora, antes de que esta posesión llegue a nosotros, antes de que nosotros lleguemos a esta posesión, podemos alegrarnos ya con el Señor. Pues no es poca la alegría de la esperanza, que ha de convertirse luego en posesión.
Ahora
amamos en esperanza. Por esto, dice el salmo que el justo se alegra con el
Señor. Y añade, en seguida, porque no posee aún la clara visión: y espera
en él.
Sin embargo, poseemos ya desde ahora las primicias del Espíritu, que son como un acercamiento a aquel a quien amamos, como una previa gustación, aunque tenue, de lo que más tarde hemos de comer y beber ávidamente.
¿Cuál
es la explicación de que nos alegremos con el Señor, si él está lejos? Pero en
realidad no está lejos. Tú eres el que hace que esté lejos. Ámalo, y se te
acercará; ámalo, y habitará en ti. El Señor está cerca. Nada os preocupe. ¿Quieres
saber en qué medida está en ti, si amas? Dios es amor.
Me dirás: «¿Qué es el amor?» El amor es el hecho mismo de amar. Ahora bien, ¿qué es lo que amamos? El bien inefable, el bien benéfico, el bien creador de todo bien. Sea él tu delicia, ya que de él has recibido todo lo que te deleita. Al decir esto, excluyo el pecado, ya que el pecado es lo único que no has recibido de él. Fuera de pecado, todo lo demás que tienes lo has recibido de él.